miércoles, octubre 27, 2010

La felicidad

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibiran consolación
Mateo 5:4

Ayer veía un reportaje en la televisión canaria sobre el último congreso de la fecilidad que hubo en Madrid el pasado 7 de octubre.
Entrevistaban, entre otros, a un tal Javier Urra: psicólogo. Explicaba que la felicidad reside en los pequeños caprichos naturales: ver la sonrisa de tu hijo, saltar en un charco, tomarse un desayuno de vez en cuando...

Recordaba las bienaventuranzas, mientras lo escuchaba hablar. Bienaventurado significa (según lo que he oído siempre, en las predicaciones) más que feliz. Y pensaba en cómo se contradecia lo que pone en la palabra con lo que decia este hombre.
La palabra dice, bienaventurados:
"los pobres en espíritu"
"los que lloran"
"los mansos"
"los que tienen hambre y sed de justicia"
"los misericordiosos"
"los de limpio corazón"
"los pacificadores"
"los que padecen persecución por causa de la justicia"
"cuando por mí os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros"

Toda esta lista de gente debe sentirse no sólo feliz, sino más que feliz. Pero me doy cuante de una cosa: yo, cuando me siento como en alguna definición de esta lista, no soy feliz. De hecho, todo lo contrario. ¿Que es lo que pasa?

De todas las cosas que dijo el psicólogo Urra, recojí la última: "La felicidad reside fuera de nosotros"

¿Por qué los pobres en espíritu? Porque de ellos es el reino de los cielos (v.3)
¿Por qué los que lloran? Porque ellos recibiran consolación (v.4)
¿Por qué los mansos? Porque ellos recibiran la tierra por heredad (v.5)
... y la lista sigue...

Dios es tan perfecto, y ha hecho todo tan perfecto, que ni siquiera tenemos que preocuparnos por encontrar nuestra felicidad, porque él mismo nos la da, cuando estamos en el polo opuesto.

"Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos"
Mateo 5:12

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