Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos, y temerán,
Y confiarán en Jehová.
Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,
Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.
Salmos 40:1-4
Aunque afligido yo y necesitado,
Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú;
Dios mío, no te tardes.
Salmos 40:17
El Salmo 40 me ha ayudado mucho y creo que puede ser de mucha bendición para todos los que conocemos a Dios.
Os recomiendo que os lo leáis entero pero os he puesto solo algunos versículos para que os situéis un poco.
Una de las cosas que más me ha ayudado ha sido la última frase: "Dios mío, no te tardes". Es como decir: Señor, socórreme, ven pronto, ayúdame, no me dejes... Dejamos toda nuestra dependencia en Él pero a la vez le pedimos, por favor, que se de prisa, que le necesitamos, que no podemos vivir sin Él y que realmente estamos pasando por malas situaciones que nos duelen, pues que nos rescate.
Que maravilloso poder tener esta esperanza aun en medio del dolor y la desesperanza, porque la esperanza que tenemos no la podemos ver pero si la conocemos, la sentimos y estamos firmes en ella.
Esa esperanza es Jesús. Pero ahora, con Su venida 2000 años atrás, contamos con una ventaja respecto al salmista, tenemos a Jesús todos los días con nosotros hasta el fin del mundo (Mateo. 28:20) y además Su Espíritu Santo morando en nosotros.
Pues que el Señor nos bendiga y ayude a mirar esta esperanza que es Él y salir victoriosos de toda batalla espiritual.
Amén
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