Este versículo es uno de los que solemos utilizar para describir el impacto que tiene la Biblia sobre el que la lee. Pero también es verdad que no a todo el que lee la Biblia le ocurre lo mismo. Pienso que, más bien, este versículo habla de lo que sucede en nosotros cuando oímos la voz de Dios; lo que Él quiere decirnos, personalmente, a cada uno de nosotros. Así que, en este pasaje, el autor no está discutiendo el texto sagrado sino la importancia de responder a la voz de Dios en el momento en que la oímos.
Si leemos el capítulo entero veremos que también habla de la importancia de la fe, y de no endurecer el corazón. ¿Cuál es tu respuesta frente a la voz de Dios? ¿Tienes un corazón dispuesto a recibir o, por el contrario, no quieres oír lo que Dios te dice?
Dios es bueno, y Él dice que todo el que busca, halla. Anhelemos oír su voz, busquemos su rostro en todo momento. No nos conformemos con leer la Biblia como el que lee El Quijote. Escuchemos a Dios como el niño que escucha hablar a su padre y se maravilla de sus palabras sabias, rebosantes de cariño.
Salmo 95
95:1 Venid, aclamemos alegremente a YHVH;
Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
95:2 Lleguemos ante su presencia con alabanza;
Aclamémosle con cánticos.
95:3 Porque YHVH es Dios grande,
Y Rey grande sobre todos los dioses.
95:4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra,
Y las alturas de los montes son suyas.
95:5 Suyo también el mar, pues él lo hizo;
Y sus manos formaron la tierra seca.
95:6 Venid, adoremos y postrémonos;
Arrodillémonos delante de YHVH nuestro Hacedor.
95:7 Porque él es nuestro Dios;
Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.
Si oyereis hoy su voz, 95:8 No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba,
Como en el día de Masah en el desierto,
95:9 Donde me tentaron vuestros padres,
Me probaron, y vieron mis obras.
95:10 Cuarenta años estuve disgustado con la nación,
Y dije: Pueblo es que divaga de corazón,
Y no han conocido mis caminos.
95:11 Por tanto, juré en mi furor
Que no entrarían en mi reposo.
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