a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
1 Corintios 1:2
Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.
1 Corintios 1:9
Hace unos días meditaba en este pasaje de Corintios. Por problemas técnicos no pude actualizar el blog el sábado así que lo haré ahora.
El pensamiento que quiero transmitiros es que normalmente estamos muuuy atentos a la fidelidad de Dios y sabemos muy bien que Él es fiel. Bien, hasta aquí todo correcto. Dios es fiel y si Él no lo fuera nosotros ya estaríamos perdidos por nuestros propios pecados, fallos y faltas. Pero lo que he visto en mi vida y en la de otros creyentes es que estamos poco atentos a nuestra santidad.
El versículo segundo pertenece a la salutación de Pablo. A primera vista no solemos poner mucha atención a las salutaciones en las cartas de la Biblia. Pero me fijé en lo que podía decir Pablo en esta salutación y me llamó mucho la atención que tienen muchas más cosas de las que a veces pensamos. En el segundo versículo, pues, Pablo insta a la iglesia de Dios, a los santificados a ser santos. Dice que somos llamados a ser santos. No solo a que si queremos seamos santos, no. El Señor deja claro que debemos ser santos:
Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.
Levítico 20:7
Y esto me recuerda a nuestro compromiso y a nuestras obras. No como algo que nos pueda llegar a salvar in nada de eso, pues no somos perfectos, pero una vez hemos creído en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y hemos sido salvados nuestra meta debe ser intentar ser cada día más como Jesús, es decir, cada día más santos. Y eso implica sacrificio y compromiso.
Que Dios os bendiga. Y aunque no lo podamos poner como escusa para no hacer la voluntad de Dios, acordaos siempre de la fidelidad de Dios.
Amén.
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