lunes, mayo 18, 2009

¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

Santiago 4:5-10

Hoy en la reunión que hemos tenido unos pocos hermanos de la iglesia en casa de una hermana (éramos 6), hemos hecho esta porción del libro de Santiago. Y la verdad es que ha sido una hora y media muy fructífera y de mucho aprendizaje para mi.
Me gustaria que nos fijáramos en el segundo versículo, donde está el "pero". Antes Santiago había estado hablando de todas las cosas que los humanos hacemos que no le gustan a Dios (envidias, codicias, luchas, combates, pasiones desenfrenadas y en definitiva adulterio hacia Dios). Y este pero es como la solución porque después nos habla de la gracia de Dios. La gracia podría ser lo mejor que nos pueden dar. Porque significa que Dios nos paga todo lo que debemos, todo lo malo que hemos hecho Dios nos lo perdona, y es gratis, no tenemos que conseguirlo nosotros. Nuestro papel aquí es confiar en Dios, confiar que Él es quien dice ser y acceptarle a la vez como Creador y Salvador de nuestras vidas perdidas sin Él.

Y seamos creyentes o no nadie es perfecto y todos hacemos cosas que a Dios no le gustan muchas veces, algunos tenemos todas esas cosas perdonadas (los que hemos aceptado ese perdón por parte de Dios) y otros no, pero ese es otro tema que ya hablaremos otro día.

El tema aquí es que por muy malos que seamos, Dios con su gracia, si vamos sinceramente a Él arrepentidos de haberle negado el lugar que merece en nuestra vida nos perdona, gratis, sin letra pequeña.
Pero claro necesitamos ser humildes. Dice aquí que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. ¿Como un soberbio (o soberbia) puede recibir la gracia de Dios? Es imposible porque la actitud de soberbia se caracteriza entre otras cosas por creer que no se necesita la ayuda de nadie y si no se accepta la gracia de Dios, Dios no te va a obligar, ni te va a coger de una oreja para que seas humilde, no, somos libres. Y podemos elegir ser humildes o soberbios; en el primer caso para gracia y beneficios con Dios y en el segundo, para estar apartados de Él. Asi que todas las decisiones, aunque sean libres, tienen sus consecuencias, cosa lógica también.

Hay muchas otras cosas que me han llamado la atención pero la segunda y última que voy a comentar hoy es la que dice que nos sometamos a Dios, resistamos al Diablo y él huirá.

Ser creyente, como muchas veces digo, no es algo pasivo, sino que es puramente activo, caliente. Así que primero de todo, en esa actividad nos toca someternos a Dios, voluntariamente claro está, y acceptar que Él nos ha creado y que por lógica, por ley, por naturaleza ( llámalo como quieras) Dios es nuestro dueño.
Después de tener clara la autoridad de nuestro Padre celestial (que siempre va acompañada de un inmenso amor), debemos saber resistir al enemigo, a satanás. Que normalmente es caracterizado con cuernos y cola roja pero no suele ser así como se nos presenta normalmente a nosotros. Más bien al contrario, muy atractivo, con argumentos muy seductores y incluso aveces parece que tenga razón y todo.
La cosa está en saber resisitr en esa lucha interna al enemigo y hacerle SIEMPRE caso a Dios, no ponernos a discutir con nosotros mismos para convencernos de que algo malo no es, en realidad, tan malo o cosas similares que hace nuestra cabeza para justificar las cosas que sabemos que no le gustan a Dios pero nosotros queremos hacer.

Un buen ejemplo de saber resisitr al Diablo lo puso Jesús mismo en el desierto cuando fue tentado. Es curioso y muy significativo el modo en que respondia a las tentaciones de Satanás: con la misma Palabra, la Biblia, Las Escrituras. Así que el arma que debemos usar para defendernos sabemos cual es: ¡usémosla!
Solo debemos leerla más y instruirnos en su uso, que también es fácil, nos lo enseña el mismo Espíritu Santo de Dios que vive en nosotros.

Así que sometidos a Dios resistamos al Diablo con las escrituras y al final huirá de nosotros (como dice al final del versículo 7), pues la victoria está ganada, Cristo ya la ganó en la cruz contra la muerte.

Que Dios os bendiga y ayude a meditar en estas cosas y crecer en Él.

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