viernes, mayo 22, 2009

Rostro olvidadizo

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Santiago 1:23-25

Me gusta mucho el símil que Santiago hace de nosotros, los hijos de Dios. Si solo somos oidores de la Palabra y no la hacemos (la Palabra es lo que Dios quiere que hagamos) pues nos estaremos engañando.
Es pues, la persona que tal hace, como este hombre de la foto, que se mira al espejo, considera como es, se mira, su nariz, su boca, sus ojos, todo, pero luego se va y se olvida de como era.
Eso nos puede pasar (a mi me pasa) de esta manera: estamos en oración con el Señor, muy bien, en comunión y llenos de su Espíritu en la intimidad, pero cuando ya es hora de mostrarle a los demás quien somos, como somos, lo que creemos, parece como si nos olvidáramos un poco de como éramos en ese espejo y muchas veces ni queremos recordar como éramos.
Esto es vivir dos vidas y por desgracia muchos creyentes tenemos este problema: ahora me acuerdo de quien soy, de que soy hijo de Dios, y ahora no porque no me interesa. En definitiva nos vamos y nos olvidamos de cómo eramos. Que gran problema para nosotros.

El contraste, la salvación para nosotros en este sentido es fácil. Mirar la perfecta ley de la libertad, pero ¿que es la perfecta ley de la libertad?. Bueno simplemente es lo que Dios quiere para nuestras vidas y que es lo que verdaderamente nos da libertad 100%. En el marco del nuevo testamento, desde que vino Jesús lo que quiere Dios es que acceptemos a Su Hijo como Rey y Salvador en nuestras vidas, para que nos pueda salvar de la perdición a la que vamos de cabeza sin Él. Y también nos dice el Señor, mediante Santiago aquí, que perseveremos en esta perfecta ley de la libertad, no solo escucharla y irnos (como el hombre del espejo que se va) sino acordándonos de ella, y haciéndola, poniendola en práctica en nuestra vida que es para eso para lo que está, para que nos sirva a nosotros, los pequeños e insignifcantes hijos de Dios a los que Él ama tanto, para poder vivir libres, felices, llenos de Su Espíritu y a Su lado durante siempre jamás.

que el Señor bendiga Su Palabra y a vosotros.
amén

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