viernes, octubre 23, 2009

Félicité de Lamennais

Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube, harás marchitar el pimpollo de los robustos.
Isaías 25:5

Quería hablar del orgullo de las personas. Antes de todo, decir que todos somos orgullosos cosa que nos impide la relación con Dios.

Lo que debemos hacer es negarnos a nosotros mismos y seguir a Cristo. (Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí. Gálatas 2:20.)

Hay un escritor francés (Félicité de Lamennais) que escribió una frase interesante que dice así: "La fe comienza donde termina el orgullo". Creo que tiene razón, sólo cuando acabe el orgullo, nos neguemos y dejemos que Dios obre en nosotros podremos tener una relación directa con Él y, por tanto, la fe comenzará a brotar con nuevo ímpetu.

Dios nos bendiga y nos ayude a negarnos a nosotros mismos para que Él obre.

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