"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." 2a Corintios 5:17
Cuando se produce un nuevo nacimiento, se nos da una nueva fortaleza y también una nueva mente que nos permite ver la verdad de Dios, y las verdades que desde hace tiempo considerábamos una tontería e insignificante, las vemos tan claras como la luz del día.
Tal vez, el cambio más importante que experimentamos es el que adquirimos nuevos gustos reemplazantes a los viejos y tenemos un nuevo amor que reemplaza a todos los que habíamos tenido en nuestra vida, un amor incomparable con todos los demás. En lugar de amar lo que desagrada a Dios, amamos lo que le gusta y lo que está conforme a su Palabra, y lo mismo ocurre con lo que antes amábamos: pasa a ser un objeto de odio.
Además, al venir a morar con nosotros el Espíritu Santo, nuestra voluntad ya no es complacernos a nosotros mismos, sino que pasa a ser Dios, y toda nuestra vida gira entorno a Él.
Como leí hace unos días en un libro: "El corazón humano es el terreno, la Palabra de Dios es la semilla, y los creyentes son los sembradores."
Vemos todo lo que cambia en nosotros al nacer de nuevo, y podemos observar que realmente nos convertimos en una persona diferente, en alguien que sólo tiene el deseo de conocer más y más cada día al Señor y que todos los deseos que tenía anteriormente pierden terreno e importancia.
Cuando se produce un nuevo nacimiento, se nos da una nueva fortaleza y también una nueva mente que nos permite ver la verdad de Dios, y las verdades que desde hace tiempo considerábamos una tontería e insignificante, las vemos tan claras como la luz del día.
Tal vez, el cambio más importante que experimentamos es el que adquirimos nuevos gustos reemplazantes a los viejos y tenemos un nuevo amor que reemplaza a todos los que habíamos tenido en nuestra vida, un amor incomparable con todos los demás. En lugar de amar lo que desagrada a Dios, amamos lo que le gusta y lo que está conforme a su Palabra, y lo mismo ocurre con lo que antes amábamos: pasa a ser un objeto de odio.
Además, al venir a morar con nosotros el Espíritu Santo, nuestra voluntad ya no es complacernos a nosotros mismos, sino que pasa a ser Dios, y toda nuestra vida gira entorno a Él.
Como leí hace unos días en un libro: "El corazón humano es el terreno, la Palabra de Dios es la semilla, y los creyentes son los sembradores."
Vemos todo lo que cambia en nosotros al nacer de nuevo, y podemos observar que realmente nos convertimos en una persona diferente, en alguien que sólo tiene el deseo de conocer más y más cada día al Señor y que todos los deseos que tenía anteriormente pierden terreno e importancia.
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