"Pero ningún gombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado; llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, los cuales son hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas." Santiago 3:8-10
En la Bíblia ya se nos dice que NINGÚN hombre puede controlar la lengua, una parte del cuerpo muy esencial para el hombre. Examinándome a mí misma, me doy cuenta que cada día hago, y sobretodo digo, cosas que no están conforme al corazón de Dios y cuánto daño puedo hacer solo con palabras a otras personas.
Creo que es un tema que muchas veces pasamos por desapercibido y no le damos la importancia que realmente tiene. Dios nos hizo a su semejanza, ¿cómo entonces vamos a usar una parte del cuerpo para bendecir y maldecir? Es ilógico que de un mismo sitio procedan cosas malas y buenas a la vez o que una fruta pueda tener dos sabores.
Oremos porque el Señor nos ayude a poder frenar todas estas cosas que decimos que sólo sirven para herir y centrémonos solamente en Él. No olvidemos que estamos hechos a su semejanza y que tenemos que actuar como Él actuaría y reflejemos, tanto por dentro como por fuera, de quién somos y por qué estamos en este mundo.
En la Bíblia ya se nos dice que NINGÚN hombre puede controlar la lengua, una parte del cuerpo muy esencial para el hombre. Examinándome a mí misma, me doy cuenta que cada día hago, y sobretodo digo, cosas que no están conforme al corazón de Dios y cuánto daño puedo hacer solo con palabras a otras personas.
Creo que es un tema que muchas veces pasamos por desapercibido y no le damos la importancia que realmente tiene. Dios nos hizo a su semejanza, ¿cómo entonces vamos a usar una parte del cuerpo para bendecir y maldecir? Es ilógico que de un mismo sitio procedan cosas malas y buenas a la vez o que una fruta pueda tener dos sabores.
Oremos porque el Señor nos ayude a poder frenar todas estas cosas que decimos que sólo sirven para herir y centrémonos solamente en Él. No olvidemos que estamos hechos a su semejanza y que tenemos que actuar como Él actuaría y reflejemos, tanto por dentro como por fuera, de quién somos y por qué estamos en este mundo.
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