Y TORNÉME yo, y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol: y he aquí las lágrimas de los oprimidos, y sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
Eclesiastés 4:1
Empezamos un nuevo capítulo de Eclesiastés viendo, des de una perspectiva triste lo que Salomón ve en esta tierra.
En este primer versículo Salomón nos hace ver que este mundo caído (a causa del pecado) tiende a oprimir, el poder muchas veces protege al injusto y no promueve la justicia. Las víctimas de la injusticia tienen que buscar más allá de este mundo al juicio de Dios.
Un punto curioso es la repetición del término consolar, en múltiples derivaciones. Pues la repetición de la palabra nakjám significa suspirador o respirar fuertemente i viene a decir que en las atrocidades que se hacen en este mundo no hay consuelo humano, ya que todos tenemos la naturaleza de la caída. Solo tenemos consuelo divino. Todo lo que intentemos humanamente para consolarnos será vano, ya que intentara suplantar a aquél que es el gran consolador que es el Espíritu Santo. Volviendo al término de la repetición, es curioso el hecho que los judíos al escribir, para enfatizar tienden a repetir. Por tanto, aquí se trata de una enfatización para dar a entender que se trata de un dolor continuo sin ningún apoyo.
Que Dios nos bendiga y nos ayude a ver que no hay otro consolador que el Espíritu Santo y que fuera de Él, todo consuelo que podamos tener, será vano.
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