lunes, mayo 26, 2008

Regalos del Señor

Isa 55:6 Buscad á Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.

Act 3:1 PEDRO y Juan subían juntos al templo á la hora de oración, la de nona.
Act 3:2 Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído; al cual ponían cada día á la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Act 3:3 Este, como vió á Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, rogaba que le diesen limosna.
Act 3:4 Y Pedro, con Juan, fijando los ojos en él, dijo: Mira a nosotros.
Act 3:5 Entonces él estuvo atento á ellos, esperando recibir de ellos algo.
Act 3:6 Y Pedro dijo: Ni tengo plata ni oro; mas lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
Act 3:7 Y tomándole por la mano derecha le levantó: y luego fueron afirmados sus pies y tobillos;
Act 3:8 Y saltando, se puso en pie, y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.

Busquemos a Dios mientras podamos. Si somos creyentes, gastemos cada pizca de nuestra energia en adorarle, servirle, buscarle, etc. Y si no, aunque os parezca una tonteria, Dios es real, existe, y da paz, gozo, vida, esperanza, alegria, y mucho más. Debemos buscar a Dios porque todos, sin Dios, estamos como el cojo del templo.

Él era cojo, y desde siempre lo había sido. Entonces cuando por allí pasan Pedro y Juan, el cojo que esperava? que le sanasen? NOOO esperava una limosnita... un poco de dinero para comer. Así somos nosotros cuando nos acercamos a Dios, ni siquiera nos podemos llegar a imaginar como el Señor nos bendecirá. El siguiente paso es la curación del cojo, cuando el Señor nos bendice. ¿Acaso se esperava el cojo esta sobrenatural curación? ni mucho menos. Así, de la misma manera que al cojo, Dios también nos puede sanar sobrentauralmente de cualquier dolencia, gracias a Su Espíritu Santo.
Quiero dejar claro que las dolencias de las que el Señor nos salva cuando creemos en Él son mucho mási mprotantes que las físicas, son las espirituales. Las del alma, del corazón. Y nunca sabemos ni nos podemos llegar a imaginar la grandísima bendición que Dios tiene para nosotros, como el cojo. Y aun sin merecer que nos sane, sólo pidiéndoselo, creyendo en Él de todo corazón y dándole nuestra vida declarándonos pecadores, Él nos limpia, perdona, salva, da vida eterna y nos da Su Espíritu dentro nuestro que verdaderamente, nos cambia la vida. Es solo algo que se ha de experimentar, es algo real, Su Espíritu, Su verdad, Su amor. Todo esto gracias al sacrificio del Señor Jesús en la cruz muriendo por nosotros.
Gracias al Señor por este magnífico regalo. Amén.

Isma

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