lunes, marzo 02, 2009

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

Santiago 1:23-25

El ejemplo que pone Santiago del hombre que se mira en un espejo me parece buenísimo para ejemplificar esta situación. Está claro que el Señor lo ha puesto por algo (el ejemplo) y me ayudó mucho a entenderlo ver que en mi vida demasiadsa veces se cumple esta ilsutración del espejo.
Si oímos la palabra, la ponemos en práctica y la hacemos nuestra entonces nos identificaremos con Cristo, pues la palabra del Señor va destinada a ese fin, a ser semejantes a Cristo en dependencia total de Dios en TODO momento. Ese debería ser nuestra identidad, nuestro rostro, la vida nueva que el Señor nos ha dado, hijos de Dios.

Pero si olvidamos quien somos, si nos miramos en el espejo y luego hacemos como si no supiéramos quien somos, nos olvidamos de cómo éramos, muchas veces voluntáriamente. Entonces la pregunta es, hemos sido oidores de la palabra, pero en el fondo ¿nos hemos identificado con el "rostro" que hemos visto en el espejo? ¿o sólo hemos oido la palabra, nos ha sido agradable y luego la hemos dejado para hacer nuestra voluntad?

Yo creo que la importáncia de este versículo recae en no olvidarnos de nuestra identidad. De que somos Hijos de Dios. De no solo mirarnos unos minutos al dia en el espejo y luego no acordarnos de nuestra identidad.

Cristo murió por nosotros para que le entregásemos TODO, para que así puediera hacernos nuevos y bendecirnos totalmente.Y para que siempre estuviésemos a Su lado y siempre fuésemos primicias de las criaturas de Dios.

Así que hagamos las obras así como las oímos y seremos bienaventurados.
Gloria a Dios
Amén.

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