lunes, noviembre 16, 2009

¿Quién me ha tocado?

Ayer fui a una iglesia. Realmente fue de mucha bendición; y es que cuando Dios está presente y reconocemos este hecho recibimos de Él. Es maravilloso ver a hijos de Dios juntos, en un mismo espíritu, delante del Rey, adorándole, alabándole, rogándole, reconociéndole… El hombre que habló, dio un mensaje de 15 minutos (o menos), pero cuando Dios habla, no importa que sean mil o una palabra, te penetra hasta el último rincón de tu corazón y te quebrantas. Y sales renovada, llena, gozosa, a pesar de los muchos problemas o luchas que tengas. Cuando uno se reúne y esto no ocurre, uno ha de plantearse muchas cosas, y la iglesia en conjunto también.

24y le seguía una gran multitud, y le apretaban.

25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,

26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,

27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.

28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.

29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?

31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.

33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.”

“y le seguía una gran multitud, y le apretaban.” En cambio una mujer toca su manto y Jesús se da cuenta. Me imagino la escena: la multitud apretando a Jesús por todos lados y la mujer, agachada y evitando pasar desapercibida, acercándose a Jesús con alguna dificultad, creyendo que si tocaba solamente su manto, sería sanada.

Esta mujer, había pasado por manos de médicos, había probado de todo, y nada la había sanado. Sin embargo, esto no fue un impedimento para acercarse al Dios de lo imposible. ¿Cuántas personas estarían tocando a Jesús? Pues muchas, pero de Él no salió ningún poder. En nuestra vida muchas veces “apretamos a Jesús” Sabemos que Él está allí pero nos es indiferente y Dios no puede obrar en nosotros. Hagamos la diferencia, hermanos, acerquémonos a Jesús y toquemos su manto. Dejemos que Él obre en nuestras vidas y su poder se manifieste.

Puede que estemos en lunes, miércoles o sábado, pero recordad que el domingo siempre llega. En nuestra vida puede haber sufrimiento, tristeza, preocupación, puede que no entendamos muchas cosas. Pero Dios siempre da respuesta, Dios siempre da consuelo, Él siempre está ahí para levantarnos; el domingo siempre llega.

¡GRACIAS PAPÁ!

Bendiciones! ^^

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