lunes, enero 26, 2009

La oración

"Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propicio á mí pecador. Os digo que éste descendió á su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado." Lucas 18: 13-14

¿Cuántas veces hemos orado y no hemos encontrado respuesta alguna? Yo puedo decir que muchas, y que no entendía por qué. Sin embargo, hace un tiempo encontré la respuesta en el salmo 66:18: Si en mi corazón hubiese yo mirado á la iniquidad, el Señor no me oyera."

Dios siempre nos responderá nuestras oraciones siempre y cuando no estemos mirando a la iniquidad y siempre que lo que pidamos esté de acuerdo con Su voluntad. Si cuando le pedimos algo vamos poniendo condiciones, ¿cómo podemos esperar que nos responda si somos nosotros mismos los que nos intentamos responder?

Pero creo que lo más importante para que una oración sea respondida es la fe. Siempre que oremos, hagámoslo con fe, no dudando nada: "Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá." Sabemos que nada es imposible para Dios. Por lo tanto, no seamos incrédulos y confiemos en el poder de Dios: Él puede hacer grandes cosas que incluso no podemos llegar a imaginarnos.

Seamos como el publicano, reconozcamos lo pecadores que somos y humillemonos ante Dios. Sólo de esta forma seremos ensalzados y podremos obtener las maravillas y las bendiciones que el Señor puede y lo más importante: quiere darnos.

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