sábado, enero 03, 2009

Morir para vivir

Luk 9:23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Luk 9:24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.
Luk 9:25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?

La idea que me ha llamado la atención en esta porción de la Bíblia es la de negarse a uno mismo, la de morir si queremos vivir. El Señor Jesús dijo, parafraseando, que si la semilla no muere no da fruto, para que de fruto debe morir la semilla antes. De la misma manera si no le entregamos nuestra vida a Dios para que Él haga de ella una vida renovada, una nueva creación, no podremos tener fruto.
Es imprescindible que si decidimos seguir al Señor le sigamos al 100%, porque si no se lo entregamos todo de verdad, si no le damos todo nuestro tiempo, nuestras manos, nuestros labios, todo, Él no puede bendecirnos. Estaremos llenos de frustración si intentamos llevar una vida con Cristo a medias.
No estaremos dejando que Dios nos use y, por tanto, nos bendiga. Él no puede guiar en nosotros una vida de paz, amor y orden si nosotros no le dejamos todo nuestro ser para que Él haga esa obra maravillosa en nosotros.

Lo bueno de negarnos, de morir a nuestra antigua manera de vivir y de hacer és que luego hay un fruto. Algo que Dios nos quiere dar. Su bendición, una vida espiritual con Él, a Su lado, en comunión con Él, para poder servirle, adorarle, amarle y muchas otras cosas que ni somos capaces de imaginarnos. Y este es un fruto eterno, de Dios. Lo mejor que podemos obtener.

Que Dios os bendiga.

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